‘Long tail’ audiovisual

Piratería, velocidad de conexión, derechos de emisión…, estas, entre otros, son algunas de las amenazas a las que se enfrentan las plataformas que ofrecen productos audiovisuales de forma online. Un nuevo modelo de negocio que tiene la obligación de innovar a medida que se modifican los hábitos de consumo; un consumo que, en el mundo offline, favoreció a los principales majors, representados en seis gigantes cinematográficos estadounidenses: Paramount Pictures, Universal, 20th Century Fox, Warner Brothers, Walt Disney y Sony-Columbia Pictures, enumerados por Teresa Ojer y Elena Capapé en su estudio Nuevos modelos de negocio en la distribución de contenidos audiovisuales: el caso de Netflix (Revista Comunicación nº 10, 2012).

Estos majors sustentaron su influencia internacional en el control de la cadena vertical de creación: desde la producción, distribución hasta la exhibición —el tamaño de sus mercados es inmenso, ya que sus obras se dirigen a todos los países—. Curiosamente, y cito el estudio mencionado anteriormente, «solo dos de cada diez películas que se producen consiguen beneficios, pero son tan elevados [gracias a las economías de escala], que logran realimentar todo el proceso y ser rentables».

Sin embargo, el negocio audiovisual, al igual que otros tantos sectores, está cambiando inexorablemente por el rápida introducción de los smartphones y la mejora de las telecomunicaciones. Esto ha permitido que pequeñas y medianas empresas puedan sumarse a la difusión de contenidos propios y de terceros. Anteriormente, las alianzas de los majors con distribuidores en cualquier parte del mundo hacía inviable el acceso a los mercados. No obstante, la caída tanto de las audiencias en televisión como la asistencia al cine por parte de los más jóvenes, a favor de un consumo individualizado en sus tabletas y móviles, desestabiliza el sistema convencional. Solo opciones como el pionero (y visionario) Netflix (EE.UU.) y Filmin (España) cumplen con la demanda actual y real: streaming económico, con buena resolución y amplísimo catálogo.

El modelo long tail —vender múltiples productos y servicios especializados de baja demanda—, en actual expansión, es solo un ejemplo más de cómo solo aquellos que asuman, entiendan y apuesten por la economía digital, no se quedarán en el banquillo.