- Daniel Aparicio recoge en 14 puntos algunas de las desviaciones del servicio público tanto en televisión como en radio.
Respetar los derechos de los ciudadanos, promover la diversidad cultural y la igualdad entre mujeres y hombres, ser plural en contenidos, proteger a los menores… Estos, entre otros, son los elementos definitorios del término servicio público. Un principio básico que va más allá de una posible connotación ética, ya que, en realidad, posee un naturaleza jurídica. Sin embargo, en esta ocasión no me detendré en este aspecto sino en las propias desviaciones del concepto. Un escueto análisis para la reflexión, no solo de los que trabajamos en empresas informativas, sino también para la población en general, emisores-receptores de la información, ahora más que nunca gracias a los medios sociales.
Daniel Aparicio, profesor de Información y Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, recoge en 14 puntos algunas de las desviaciones del servicio público, de los cuales sobresalen dar informaciones que no se centran en lo importante, la difusión de rumores y, sobre todo, los intereses empresariales en los que la alteración de la realidad, principalmente en la radiodifusión, se utiliza para adecuar la emisión a las audiencias. También, y muy en relación a esto último, acentuar lo accidental mediante el espectáculo y, así, impregnar de mayor dramatismo a lo cotidiano que parece carecer de atractivo televisivo.
También en este listado se encuentra esa tendencia a encasillar como cultural o educativo cualquier contenido sin un destinatario específico, como si en dichas categorías cupiera cualquier cosa (qué vamos a esperar si ahora con la LOMCE las asignaturas de música y artes plásticas no se cursarán durante todo el tramo obligatorio). Las líneas básicas del servicio público pasan por asegurar el bienestar, dar voz a los grupos minoritarios, difundir el arte para que así se fomente el consumo cultural, hacer partícipe del debate al conjunto de la ciudadanía, etcétera. Hay muchas más, pero lo que es indudable es que garantizarlas también contribuye a la economía, a la innovación y divulgación del conocimiento, educación y a la política de estímulo de participación social. De este modo, quizá el servicio público sea algo más que papel mojado y alcancen los medios y sociedad una convergencia real.